febrero 01, 2017

A una prostituta


¡Oh, prostituta suave y rubicunda!
Dime cuánto cuesta la vida.
No regatees tus palabras.
Deja estregar tu piel sobre mi piel.
Tu piel olorosa:
no a perfume barato,
no a sudores trasnochados;
sino a jabón humilde y primoroso.