noviembre 10, 2017

Explotación


Por hoy no quisiera que la poesía piense la vida,
que no haga temblar la carne,
que no reacomode al espíritu.
Hoy quisiera que la luz fuerte de la poesía hable sobre la vida de nuestros pueblos:
Que diga, por ejemplo:
“La gente de nuestros pueblos está cada día más pobre…”.
Las tropelías de Antonio López de Santa Anna, según leen los estudiantes de secundaria en los libros oficiales, los impuestos que impuso, son cosa de risa…
Leemos que Santa Anna son los cabecillas que extorsionan y distorsionan el trabajo y el flujo del dinero.
La explotación es palabra en desuso.
La explotación es palabra para la historiografía.
La explotación es cosa de los capos, es cosa de todos los años. Corre creciente todos los días.
Como en sus orígenes siniestros resurge descarnada y descabellada.
Los veneros virginales donde el dinero, producto del trabajo, rebulle, han sido violados y envenenados. No hay honor y ni respeto por la ley.
Y los pobres son los más amolados…
No es cuento, es ley económica:
al rico le quitan;
el pobre se queda sin nada.
¡Gobernadores! ¡Influyentes funcionarios!
¿No saben nada de los pueblos que gobiernan?
¿No saben cómo la explotación sublunar, la atroz recaudación va minando la paz de las familias?
¿No ven las caras más pobres de la gente en las calles y en las plazas de los mercados?
¿No saben cuánto han subido los alimentos? ¿No saben el peso que subió el agua?
El proceso natural de la economía es retorcido y vuelto a retorcer.
¡Poetas! Empiecen a escribir la historia.
¡Poetas! Escriban los nombres pusilánimes del cinismo y del disimulo.
¡Gobernadores! ¡Peces gordos que protegen a los capos!...
Está bien, señores, ustedes pueden decir:
“El engranaje de la política es tan grande y el aliento del hombre tan poco…”.
Ustedes pueden decir:
“No nos metamos en problemas”.
“No vayamos contra la corriente”.
“Encerrémonos en nuestros alcázares”.
“Desplacémonos con nuestro dinero”.
Ustedes pueden decir:
“El dinero es bonito”.
Como lo pueden decir los comandantes de la policía federal y coroneles de batallones.
Los maletines pronto estarán repletos de dinero. Pronto llegarán a sus manos.
El rumor del río de los productores y comerciantes dice:
“No hay ventas. Esto ya no sirve. Están acabando con la sociedad…”.
Es un rumor sordo que corre todo el año y golpetea en el cobro de piso.
El lema del libre comercio del neoliberalismo está muerto.
Los gobiernos ufanos del neoliberalismo deben morir.
¿Cuánta sangre se necesitará para cambiar las cosas?
¡Mucha! Menos que la que ha corrido…
¿Cuántas vidas se necesitarán para cambiar las cosas?
¡Muchas! Menos que las ánimas de los desaparecidos.