Despejan la neblina del
bostezo,
el alba los riega tenue al
trabajo,
ríen de sus chistes, echan
relajo,
buscan el aliento de las
palabras
porque el principio se
presenta duro:
las varillas, los alambres,
el fierro,
la tierra donde se levanta
la obra,
como el primer día de
destierro;
todo los recibe con gesto
fiero,
la luz del alba, claridad
del aire,
trae la fuerza para la
jornada,
la claridad radiante los
despega,
el sol hace brillar el
entusiasmo,
trabajan afanosos,
concentrados
y sus manos ablandan el acero,
escarban y la tierra se abre
mansa,
es la hora del día en que
todo avanza,
el optimismo fluye sin
cansancio,
es la hora de la hormiga
tenaz,
es la hora del engranaje que
mueve
el círculo y la máquina del
mundo,
el hombre puede crecer,
nadie duda,
pero cae la tarde, la
intensidad
de los hombres inspirados se
apaga,
el día reposa en la luz que
trae la tarde,
luz caliza que piensa en el
mañana,
y que al parejo de los
albañiles