¡Cómo me gustaría ver
en esta noche triste
la llamarada al pie del
chirimo!
(el chirimo está al costado del patio:
esta noche no veo su
tronco y ni oigo su follaje),
que varios de mis
antepasados vieron.
¡Oh hombres rústicos!
¡Oh noches inocentes!
Yo esperaría la soledad
del mediodía
y desenterraría aquel
tesoro.
¡Cómo me gustaría que
durmiendo en el campo,
cuidando mi huerta de
los bandidos,
recordar de repente y
ver a mi costado una familiar!
(saben ustedes: una
serpiente del tamaño del brazo, cansada de soledad,
que para quien la
recoge con su camisa y la lleva a su casa,
caga monedas de oro).
Yo la alimentaría de mi
mano y de mi plato.
¡Cómo me gustaría que
esta noche fuera de luna clara
para ver si veo una
gallina con pollitos de oro!
(como algunos hombres
de mi pueblo que el día de San Juan
se han metido en el
arco esplendoroso de una feria encantada
y, trastocado el
tiempo, han salido relucientes de oro).
Yo agarraría la gallina
y los pollitos, sin dejar regado ninguno.
Pero nada pasará.
Nada veré, nada
encontraré.
Nada más pasa, muda y
ciega, esta noche pobre. ~