octubre 01, 2014

Presidentes sojuzgados

Un chofer de taxi termina su turno en la madrugada. Decide tomarse unas cervezas, y ya bien amanecido, cuando la actividad comercial de la ciudad es radiante; camino a su casa choca el taxi con otro carro en la entrada del Boulevar Lázaro Cárdenas. La discusión comienza. No hay acuerdo entre los choferes. Luego llegan agentes de tránsito. El taxista, hablantín, tal vez ya borracho empieza a echar habladas que él estaba muy bien con “la gente”, que no sabían con quién estaban hablando. Enseguida llega una patrulla de policías municipales y se enteran de las habladurías. Poco después llegaron unos hombres armados y se llevaron al taxista.

La familia del taxista se da cuenta y dan por hecho que se lo llevaron a la cárcel. Lo van a buscar a la comandancia y ahí les informan que ya lo han soltado. Que se había ido caminando. Su mujer lo esperó toda la tarde y noche pero no llegó. Supo de él hasta la siguiente madrugada que lo encontraron en el centro de la ciudad, descuartizado, y con un cartel donde se decían amenazas a un grupo armado enemigo de los que se ensañaron con el taxista.

Un accidente vial, una riña entre choferes, un tipo hablantín, tal vez irrespetuoso con los agentes, un caso que pudo haberse resuelto por la autoridad municipal fue delegado a otro poder, terrible e incómodo que son los capos.

Esto pasó no hace muchos años en Ciudad Altamirano. ¿Qué ha pasado con la autoridad de los presidentes municipales que están lejos de un liderazgo denodado y de valor civil?. La simulación, el decir que todo está bien, que todo corre como la molicie y despilfarro que viven los tres años que duran sus cargos, es la estrategia que los presidentes han utilizado para enfrentar a las bandas.

En Tlatlaya la madrugada del 30 de junio ocurrió un supuesto enfrentamiento que duró alrededor de dos horas, aunque hay quien sostiene que no hubo tal enfrentamiento, que el ejército acribilló a sangre fría a 22 personas. Y ante este hecho, Ariel Mora, presidente municipal, dice muy fresco y como si nada que es el primer suceso notable desde que los capos llegaron ahí en el 2007. Que él sabe lo que sabe todo mundo y todo dice “se cree que…”. Achaca no saber nada porque es un municipio rural, donde hay poca señal de celular (Entrevista con Ciro Gómez Leyva. TeleFórmula 24/09/14). Muy entrenado para decir no más de lo debido pero poco creíble. Como si en un municipio como Tlatlaya un funcionario de su categoría no supiera nombres y lugares de presencia de las bandas del crimen.

En Iguala la noche del 26 de septiembre en cuatro episodios violentos matan a seis personas, tres de ellas estudiantes normalistas, y 43 permanecen desaparecidos. Y el presidente municipal José Luis Abarca Velázquez, nada entrenado por cierto, se le acaba el idilio de la presidencia y de la molicie al decir que él tampoco sabía nada, que nadie le había dicho nada, que él se encontraba bailando y que en esa madrugada de sangre, fatigado se dirigió a su casa a descansar. (Entrevista con Ciro Gómez Leyva, TeleFórmula, 29/09/14).

Bien se inspiran los presidentes municipales en otros políticos encumbrados que tienen presupuesto para moverse, tener el micrófono y salir en televisión; bien se inspiran en ellos para incrementar su doblez, la simulación, el diálogo de sordos, donde no pasa nada aunque tengan que rendirle cuentas a los capos. Algo de incómodo deben de tener estos para los presidentes y muchos funcionarios porque llegaron a perturbar la repartición del pastel. Tienen que contemplarlos en buenas rebanadas. Los presidentes están sojuzgados, aunque no ha de faltar el que piense que el capo es su compinche. Tal vez, su compinche pero un compinche incómodo


Octubre 1 2014