Por hoy no quisiera que la
poesía piense la vida,
que no haga temblar la carne,
que no reacomode al
espíritu.
Hoy quisiera que la luz
fuerte de la poesía hable sobre la vida de nuestros pueblos:
Que diga, por ejemplo:
“La gente de nuestros
pueblos está cada día más pobre…”.
Las tropelías de Antonio
López de Santa Anna, según leen los estudiantes de secundaria en los libros
oficiales, los impuestos que impuso, son cosa de risa…
Leemos que Santa Anna son
los cabecillas que extorsionan y distorsionan el trabajo y el flujo del dinero.
La explotación es palabra en
desuso.
La explotación es palabra
para la historiografía.
La explotación es cosa de
los capos, es cosa de todos los años. Corre creciente todos los días.
Como en sus orígenes
siniestros resurge descarnada y descabellada.
Los veneros virginales donde
el dinero, producto del trabajo, rebulle, han sido violados y envenenados. No
hay honor y ni respeto por la ley.
Y los pobres son los más amolados…
No es cuento, es ley
económica:
al rico le quitan;
el pobre se queda sin nada.
¡Gobernadores! ¡Influyentes
funcionarios!
¿No saben nada de los
pueblos que gobiernan?
¿No saben cómo la
explotación sublunar, la atroz recaudación va minando la paz de las familias?
¿No ven las caras más pobres
de la gente en las calles y en las plazas de los mercados?
¿No saben cuánto han subido
los alimentos? ¿No saben el peso que subió el agua?
El proceso natural de la
economía es retorcido y vuelto a retorcer.
¡Poetas! Empiecen a escribir
la historia.
¡Poetas! Escriban los
nombres pusilánimes del cinismo y del disimulo.
¡Gobernadores! ¡Peces gordos
que protegen a los capos!...
Está bien, señores, ustedes
pueden decir:
“El engranaje de la política
es tan grande y el aliento del hombre tan poco…”.
Ustedes pueden decir:
“No nos metamos en problemas”.
“No vayamos contra la
corriente”.
“Encerrémonos en nuestros
alcázares”.
“Desplacémonos con nuestro
dinero”.
Ustedes pueden decir:
“El dinero es bonito”.
Como lo pueden decir los comandantes
de la policía federal y coroneles de batallones.
Los maletines pronto estarán
repletos de dinero. Pronto llegarán a sus manos.
El rumor del río de los
productores y comerciantes dice:
“No hay ventas. Esto ya no
sirve. Están acabando con la sociedad…”.
Es un rumor sordo que corre
todo el año y golpetea en el cobro de piso.
El lema del libre comercio
del neoliberalismo está muerto.
Los gobiernos ufanos del neoliberalismo
deben morir.
¿Cuánta sangre se necesitará
para cambiar las cosas?
¡Mucha! Menos que la que ha
corrido…
¿Cuántas vidas se necesitarán
para cambiar las cosas?
¡Muchas! Menos que las ánimas de
los desaparecidos.