enero 29, 2016

Soledad


El hombre alargaba su cara.
Era ancha su cara pero él la alargaba,
y con la punta de su lengua estiraba su cachete.
Era su gesto (primigenio) sincero de tristeza.
Tan alegre que era antes.
Y ahora había caído en el desánimo y el resentimiento.
Ya no le daba júbilo ver el grito rubio de la aurora
y ninguna puesta de sol lo despabilaba.
La vida lo había llevado a la soledad.
Y no es que él se regodeara de estar solo o se resignara.
Él quería salir, brincar de aquel como pozo que lo empantanaba.
Pero todo era en vano.
Por más que alzara los ojos al cielo, por más fuerzas…
la soledad, arcilla donde el triste se entierra,
se ablandaba al primer impulso por saltar y el hombre se hundía…
se hundía en la soledad. ~

enero 08, 2016

Vidita literaria y una reseña



Hace poco menos de un año estuve trabajando para editar una revista mensual que abordara la literatura, la política, la crítica y la cultura. Se quedó en proyecto por, entre otros motivos, la soledad literaria. Una de sus secciones, yo pensaba, sería la reseña de los libros de autores de nuestra región. Cuando alguien se pone a hacer recuentos da que en Tierra Caliente se publican cada año gran cantidad de libros. Sin embargo, no hay reseñas para dichos libros. Si un libro anima la conversación; una reseña, que nace del interés y del gusto para invitar y compartir la lectura, ya sea favorable o crítica, en el fondo cumple la función para que el libro no caiga en el vacío o en la indiferencia. El libro es una gran cosa en cuanto objeto ideal para culminar, volver y elevar la conversación.