Amiga mía, ven, amiga mía,
que yo soy aquel amante
extraviado
que tu pie breve, impaciente
esperaba
sin avistar ¡oh! que tienes
la magia
de las que al final derrotan
al tiempo.
Tus labios rojos de frugal
espera,
tus labios pálidos de la
amarga hora
ven llegar al caballero moreno;
tus ojos, dueños del agua
castalia,
venme llegar de aquel país
lejano
que ni despierta ni en
sueños pensaste.
País del ensueño de tu
corazón.
Amiga mía, ven, amiga mía,
maravilloso sueño de
esmeralda,
recuerdo de días llenos de
infancia,
olvido, alivio del
remordimiento…
El armazón marchito de tus
lentes,
tu cuerpo bello, levemente
arqueado,
tu piel suave, inquieta que
sabe esperar,
oyen decirte un "te quiero" y
tú lanzas
una sonrisa luciente,
fúlgida.
Tu sonrisa que tiene algo de
triste,
lugar que escogiste para
esperarme:
tu sonrisa sincera de
soledad.