Noé Israel Borja
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EL AUTOR
febrero 01, 2017
A una prostituta
¡Oh, prostituta suave y rubicunda!
Dime cuánto cuesta la vida.
No regatees tus palabras.
Deja estregar tu piel sobre mi piel.
Tu piel olorosa:
no a perfume barato,
no a sudores trasnochados;
sino a jabón humilde y primoroso.
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